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La princesa Ana, un modelo a seguir para la infanta Sofía como la perfecta 'royal' segundona, aunque no en todo

todayAugust 16, 2025 5

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El futuro de la princesa Leonor ya está escrito. Desde que quedó claro que no iba a tener hermanos varones, y que por tanto nadie se interpondría en su camino hacia el trono de España, su destino quedó marcado. En su momento había nacido una infanta, como dijo Felipe VI, pero en 2014 se convirtió en princesa de Asturias. Su educación seguía ya e iba a continuar tras los pasos que había dado su padre antes que ella, pero yendo más allá. Debía ser la heredera mejor preparada de la historia de España, como había sido don Felipe antes que ella.

Pero Leonor no es hija única. Tiene una hermana llamada Sofía que nació el 29 de abril de 2007, exactamente año y medio después que ella. Las dos crecieron juntas, son amigas y cómplices, y fueron educadas de la misma manera, sin distinciones, pese a que sabían que su futuro iba a ser diferente.

 

La princesa Leonor y la infanta Sofía, dos hermanas muy cómplices y unidas 

Sin embargo, sus caminos solo se separaron por el Ejército, porque mientras Leonor ha tenido que recibir formación militar durante tres años como futura capitana general de los tres ejércitos, su hermana Sofía rechazó recibir formación castrense y quiso ir a la universidad después de finalizar el Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College de Gales, el mismo centro en el que estudió la princesa de Asturias.

Pese a su rechazo a pasar por el ejército, se espera una vida de servicio para la hija pequeña de los reyes. Al contrario que las hermanas del rey Juan Carlos, que no ejercieron como infantas, por así decirlo, y que las hermanas de Felipe VI, que compaginaron el servicio a la monarquía con trabajos en el sector privado hasta que fueron apartadas, los planes para la hija pequeña de los reyes pasan por dedicar su vida y obra a la corona. Es decir, ser infanta de España a tiempo completo. Primero debe servir a su padre durante su reinado y, cuando llegue el momento, lo hará en el de su hermana Leonor.

 

De este modo, las expectativas son muy altas. Debe ser una infanta de España bien formada, carismática, simpática, empática e inspiradora. Al mismo tiempo, nunca puede ensombrecer a su hermana Leonor, que debe tener en la infanta Sofía alguien en quien apoyarse. Así, el equilibrio es complicado porque no puede pasar desapercibida y debe brillar, pero no eclipsar. Debe ser útil a su padre y su hermana, pero sobre todo a la corona y a España, pero tiene que encontrar su sitio y ser feliz en el lugar secundario para el que ha nacido.

Esta es una posición con la que muchos soñarían. Tiene privilegios, pero las obligaciones son menores que si fuera la heredera. Puede hacer grandes cosas, siempre supeditada a lo que sea bueno para la monarquía, sí, pero con cierta libertad porque no va a reinar. Pero también puede ser una vida complicada si no encaja bien que su lugar debe ser estar en la sombra, que debe ir un paso por detrás y que tiene que encontrar su camino, pero no va a ser siempre como ella quiera o de la manera que quiera.

 

La infanta Sofía va a servir a la corona durante toda su vida

La realeza está llena de casos de fracasos, de segundones que lo llevaron mal por los motivos que fuesen. Ahí están el príncipe Harry o Joaquín de Dinamarca, pero en sus familias (reales) se encuentran dos ejemplos de éxito: la princesa Ana y Benedicta de Dinamarca. Ambas son tías carnales de estos dos príncipes, hijas y hermanas de reyes y reinas que encajaron bien su papel. Así, nos vamos a centrar en la primera de ellas como un ejemplo a seguir para la infanta Sofía.

Una royal muy trabajadora, pero poco simpática

Carlos III tiene tres hermanos. La más cercana tanto en edad como en complicidad es la princesa Ana, nacida el 15 de agosto de 1950, menos de dos años después que él. En 1960 vino al mundo el tercer hijo de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo, el príncipe Andrés, problemático donde los haya. En 1964 nacía el hermano pequeño, el príncipe Eduardo, royal de segunda o incluso tercera fila, que también sería un ejemplo a seguir para otros príncipes y princesas europeas, pero cuya figura languidece ante la de la princesa Ana.

 

La princesa Ana y la Duquesa de Edimburgo

Aunque se ha llamado a Sophie de Edimburgo, esposa del príncipe Eduardo, el arma secreta de la familia real británica, nadie como Ana. La princesa real, título que le otorgó Isabel II en 1987, y que tradicionalmente se entrega a las hijas mayores de los monarcas de Reino Unido, no es el miembro de la casa real británica más valorado, pero sí el más trabajador. Año tras año, y pese a sus tres cuartos de siglo, aparece como la royal que cumple con más actos oficiales, superando ampliamente hasta al rey Carlos III. Sin ir más lejos, en 2024 participó en 217 actos, y eso que fue un año difícil para ella.

En junio de 2024 fue ingresada en el hospital debido a un accidente sufrido en su finca, en Gatcombe Park, en Gloucestershire, Inglaterra, que le provocó una conmoción cerebral y que le mantuvo cinco días internada. Se dijo que el accidente había sido con uno de sus caballos, pero al salir de allí y regresar a los actos oficiales, lo que hizo enseguida, confesó que no recordaba nada. En aquel momento parecía que todo iba bien, pero tiempo después se supo que el accidente había sido más grave de lo que se pensó o de lo que se comunicó. De todos modos, continuó con su extensa agenda como si nada y se mantuvo como un pilar para el reinado de su hermano, como lo fue para el de su madre.

 

La reina Isabel II y la princesa Ana en 1973

Es por tanto, por si no había quedado claro todavía, la princesa más trabajadora. Comenzó a los 18 años, en 1969, cuando presidió la apertura de un centro educativo y de capacitación en Shropshire, Inglaterra. Y desde entonces no ha habido quien le pare. Casi no lo hizo ni con el anteriormente citado accidente, ni tampoco cuando un hombre intentó secuestrarla en 1974. La noche del 20 de marzo de ese año volvía con su entonces marido, el capitán Mark Phillips, en un coche que recorría The Mall rumbo a Buckingham Palace, en Londres. De repente, otro vehículo les bloqueó, y el hombre que viajaba en él se bajó con una pistola dispuesto a secuestrar a la hija de Isabel II. El individuo disparó al guardaespaldas, al chófer y a un policía que medió para evitar el secuestro. Al tratar de llevarse a Ana, ella le soltó algo así como que eso “no iba a pasar”. Vamos, que no pensaba irse con él a ningún sitio. Finalmente fue reducido por un policía y un boxeador que pasaban por allí, que fueron condecorados por su valor. Esa noche, la princesa Ana dejó claro que valor no le faltaba. Eso sí, teniendo en cuenta la situación, quizá fue también un punto más de osadía y hasta de inconsciencia.

Al margen de este episodio que afortunadamente no acabó en tragedia, la princesa Ana es presidenta de Save the Children Reino Unido desde 1970, organización con la que ha viajado por medio mundo. Asimismo, trabaja con más de 300 organizaciones y regimientos militares tanto de Reino Unido como de fuera del país. Sus viajes oficiales al extranjero en representación de la corona son habituales y, por si fuera poco, participó en la creación de entidades como Carers Trust, que apoya a personas cuidadoras, y Transaid y Riders for Health, que trabaja contra las dificultades causadas por las malas conexiones de transporte en países en vías de desarrollo.

 

La princesa Ana durante su participación en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976

Y luego están los caballos, su gran pasión. Entusiasta y experta amazona, participó en el equipo olímpico británico de hípica en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Su amor por el olimpismo se demostró también posteriormente como miembro británico del Comité Olímpico Internacional. Participó en la candidatura de Londres 2012 y formó parte del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos celebrados ese año en la capital británica.

La princesa Ana es discreta, trabajadora y el mejor apoyo para Carlos III, que confía en ella plenamente. Tanto es así que en su coronación le recompensó con el papel de Gold-Stick-in-Waiting, algo así como la encargada simbólica de su seguridad. Con este honor le premió por una vida de lealtad y dedicación. Y ella encantada, porque como declaró a CBC News, se enfundó el uniforme de coronel de los Blues and Royals de la Guardia Real y no tuvo que preocuparse por lo que tendría que ponerse para una fecha tan importante.

 

La princesa Ana ejerciendo como Gold-Stick-in-Waiting en la coronación de Carlos III 

Ana es directa y no se calla si cree que tiene razón. No dudó en señalar que esa monarquía adelgazada de la que tanto se hablaba en tiempos ya de su hermano Carlos no tenía sentido porque no podrían atender tantos compromisos, y que además se había ido reduciendo sola. No hizo menciones directas, pero ahí están la retirada y muerte de su padre, el fallecimiento de su madre, la expulsión de su hermano Andrés, la retirada de Harry y Meghan, y la práctica jubilación del duque de Kent y de la princesa Alexandra. También comentó que las generaciones más jóvenes pretendían reinventar la rueda y que no se fijaban en lo que habían hecho los royals anteriores, así como que hay cosas que está claro que no funcionan y que hay que volver a lo básico. Se interpretó como un dardo a Harry y Meghan, pero ella pensaría que dijo lo que dijo, y que cada uno lo interprete como quiera.

De este modo, sin la princesa Ana, la casa real británica estaría coja. Es verdad que muchas veces su labor pasa desapercibida y recibe poca atención, y que si no comunicas no existes, pero para que el príncipe Guillermo y Kate Middleton brillen con pocos actos, pero de alto impacto, alguien tiene que hacer un trabajo quizás más aburrido o que interesa menos al gran público, pero con el que se debe cumplir, como una serie de actos o visitas a colectivos que merecen atención.

 

La princesa Ana en la boda del príncipe Harry y Meghan Markle

De este modo, la infanta Sofía puede fijarse en todo eso en la princesa Ana, prima segunda de su abuela, la reina Sofía, y ejercer como el mejor apoyo para su padre y para su hermana. Trabajar incansablemente para acercar la corona a numerosos colectivos y atender a quien las primeras figuras de la monarquía no pueden hacerlo. Y todo eso sin quejarse públicamente y sin buscar más atención o sin tratar de eclipsar a la número 1, y tampoco sin ver ese papel secundario como una tortura, sino como una oportunidad. La infanta Sofía puede encontrar su propio camino en una vida de servicio y tomar causas que estén cerca de sus intereses y que ayuden, ya no a la monarquía, sino a España. Y puede ser feliz con todo ello.

Un buen modelo, pero no en todo

Pero eso sí, no todo en la princesa Ana es para fijarse como modelo. Es verdad que es trabajadora como pocas dentro de la realeza, pero tampoco es perfecta. Aunque escándalos como tal no ha dado al margen de su divorcio y de su amor con el que terminó siendo su segundo marido, Sir Timothy Laurence, que fue caballerizo de la reina Isabel, tampoco es la persona más amable del mundo.

 

La princesa Ana no se lleva muy bien con la prensa y no trata de disimularlo. Sin duda lo heredó de su padre, el duque de Edimburgo, que sentía la misma animadversión por los medios, aunque en su caso solía soltar ciertas perlas en forma de frases. Por ejemplo, al hablar de su hija Ana comentó que si algo o alguien “no se tira pedos o come heno, no le interesa”. Fue así una referencia a su pasión por los caballos, esto heredado de su madre. No podríamos decir que es borde, pero no es la más simpática del mundo, ni tampoco la más risueña, y no intenta caer bien, ni agradar a las masas. Eso también provoca que su intensa labor quede opacada al no interesar demasiado lo que hace. 

Si la infanta Sofía quiere triunfar debe seguir como hasta ahora se ha dejado ver en público, pero poco a poco teniendo su propia voz y siendo más abierta. Parece que eso no le va a costar. Por otro lado, a la princesa Ana le faltan cierto carisma y brillo, algo que siempre viene bien a una casa real. La infanta Sofía puede tener ambas cualidades sin eclipsar a nadie.

 

La infanta Sofía junto a sus padres en su graduación en el UWC Atlantic College de Gales

La hija de Felipe VI tiene un gran presente y un mejor futuro, mientras que la princesa Ana, que tiene más por detrás que por delante, no planea jubilarse. De hecho, a sus 75 años ha confesado que a partir de los 80 se tomará las cosas con más calma, es decir, que irá reduciendo su carga de trabajo, y pasados los 90 se retirará como hizo su padre, el príncipe Felipe, que dijo adiós a la vida oficial a los 96 años. Si es así, a la princesa Ana le queda cuerda para rato y podrá seguir siendo un modelo para la infanta Sofia… más o menos.

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Esta nota fue proporcionada por una fuente externa a La Campesina. Debido a que no fue escrita por nuestros empleados ni nuestros afiliados, no garantizamos su veracidad ni exactitud. Recomendamos que cada persona realize su propia investigación para verificar el contenido de esta nota.

Written by: Huffington Post

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