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No es país para el calor: cómo se están adaptando las ciudades a las altas temperaturas

todayAugust 10, 2025 10

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El mercurio, en buena parte de España, a más de 40 grados, las calles prácticamente vacías y con los aires acondicionados y los ventiladores funcionando a pleno rendimiento. En la última semana, la ola de calor ha asediado la península con máximas y alertas por calor en Extremadura, en Andalucía (en el Valle del Guadalquivir y en zonas de Jaén) y se prevé que el calor se alargue hasta el próximo 16 de agosto.

El riesgo para la salud que suponen las altas temperaturas, que en España se ha cobrado ya entre el 16 de mayo y el 13 de julio 1.180 muertes atribuibles a las olas de calor, ha puesto sobre la mesa el debate sobre si las ciudades están adaptadas a este aumento de las temperaturas, que se prevé que todavía se incremente en los próximos años. 

Entre estas medidas —además de las recomendaciones ineludibles de hidratarse, refrescarse y no exponerse a altas temperaturas en las horas centrales del día— han copado titulares los llamados “refugios climáticos”, que se definen como espacios, tanto naturales como urbanos, designados para proteger a las personas de temperaturas extremas, especialmente durante olas de calor y destinados a personas vulnerables, donde se debe rondar entre los 26ºC y los 27ºC. 

Estos espacios son especialmente necesarios en las ciudades, donde tal y como recuerda Mariajo Caballero, responsable de adaptación climática de Greenpeace, las personas se ven “especialmente afectadas”. “Primero porque es donde más población vive y segundo, por lo que se llama el efecto ‘isla de calor’, que hace que las ciudades al tener pocos espacios verdes y muchísimo asfalto y cemento acumulen mucho más calor”, señala a El HuffPost.

Sobre este fenómeno meteorológico que tiene incidencia en las ciudades ha puesto el foco el Instituto de Salud Carlos III, debido a que junto al calentamiento global provocado por la emergencia climática puede tener consecuencias en la salud de las personas aumentando hospitalizaciones y fallecimientos.

Esta institución define la ‘isla de calor’ como “un aumento de la temperatura en áreas urbanas, generalmente por la noche, atribuido a factores como los elementos que desprenden el calor acumulado durante el día, entre ellos materiales presentes en las ciudades como el asfalto, las fachadas de los edificios y los aparatos de climatización”. 

Aunque una de las medidas para protegerse de estas islas de calor sean los refugios climáticos, ni son tan frecuentes, ya que solo 3 de cada 10 capitales en España cuentan con uno de ellos, según datos del informe Ciudades al rojo vivo: refugios climáticos y desprotección frente al calor extremo en España de Greenpeace. Ni tampoco todo lo que se está ofertando realmente sirve o cumple los requisitos que expertos y activistas proponen.

Por ejemplo, recuerdan que en comunidades autónomas como Extremadura o Castilla-La Mancha, donde se disparan las alertas por altas temperaturas, no tienen ningún refugio en sus capitales.

No todo vale como “refugio climático”

“Este año nos hemos ido específicamente a los refugios climáticos porque es una de las medidas más efectivas que se tienen que poner en marcha. El análisis que hemos hecho este año dice que la situación no es buena: hemos analizado 54 capitales de provincia y muy pocas sacan buena nota”, explica Caballero.

Entre los fallos, tal y como recuerdan en su informe, se encuentran sobre todo los horarios, ya que muchos de estos refugios son edificios públicos como centros sociales o centros cívicos, que en muchos casos cierran a mediodía a pesar de que sean las horas de temperatura más elevada. Pero también ocurre con los fines de semana, cuando la mayoría de edificios públicos cierran.

“El calor no entiende de horarios. Es fundamental que estos espacios amplíen sus horarios durante las horas de mayor calor, los días necesarios, especialmente en periodos de alerta”, explican desde Greenpeace.

Otro punto es que sea accesible y seguro para todo el mundo, lo cual atiende a la gratuidad de los mismos. “Uno de los casos más destacados es Madrid donde se ponen los museos que son de pago claramente como refugios climáticos”, explica Caballero. Aunque esto no es único de la capital, también ocurre en otras ciudades como Donosti o Vitoria, que incluyen centros comerciales en su lista de refugios climáticos, o Logroño, que lo hace con cafeterías públicas.

 

El refugio climático del Círculo de Bellas Artes.SOPA Images

Esto sucede también con las piscinas, incluidas como refugios climáticos en muchas capitales, entre ellas Madrid o Barcelona, que tienen una tarifa diaria para su acceso y que no siempre disponen de suficiente espacio de sombra o de descanso. 

“En muchos casos porque falla el horario o porque no son gratuitos o porque no están adaptados, si tú creas un refugio de calor tienes que tener elementos de descanso. O si quieres salirte de los refugios climáticos hay otras muchas medidas que se pueden poner en marcha en las ciudades, pero que están en general todavía más retrasadas que los refugios climáticos, que son las soluciones basadas en la naturaleza”, explica Caballero.

Mientras se anuncian estos espacios como refugios climáticos o se incluyen iniciativas parciales como visitas gratuitas a museos, como la Galería de las Colecciones Reales en las horas centrales del día, Caballero critica que se tomen medidas como el cierre de algunos parques como El Retiro. 

“Algunas zonas de los parques deberían estar especialmente habilitadas porque simplemente las zonas con vegetación, en un estudio hecho en más de 250 ciudades europeas, hacen que la temperatura baje hasta 12 grados”, señala. En Madrid se puso de manifiesto con la “termometrada” de 2023, una iniciativa científica vecinal que demostró que hasta había hasta 15 grados de diferencia entre los barrios de Lavapiés y Pozuelo de Alarcón. Este año, en septiembre, se pretende llevar la iniciativa a nivel nacional.

Otras iniciativas concretas están dedicadas a colectivos vulnerables como en Córdoba, donde se han habilitado refugios climáticos para las personas mayores, Jaén o Madrid, que han habilitado espacios para las personas sin hogar, o Pamplona, donde se han abierto nueve refugios climáticos para las trabajadoras de servicios de atención a domicilio.

La paradoja de estar más preparados para el calor en el norte que en el sur

A diferencia de lo que se pudiera pensar, en el informe de Greenpeace y los registros municipales dejan claro que en las zonas con altas temperaturas habituales como la meseta, el Valle del Guadalquivir o Extremadura no son las que más refugios climáticos tienen.

La capital con más refugios climáticos por habitante es Donostia, que cuenta con nada menos que uno por cada 2.100 ciudadanos, seguida de cerca por Lleida con uno por cada 2.400 y Logroño con uno para 2.600. En el punto opuesto está Sevilla que, a pesar de ser de las capitales cuyas temperaturas máximas superan en varias ocasiones durante el verano los 40ºC, cuenta únicamente con uno para cada 137.400 habitantes. En la capital hispalense solo se han habilitado cinco, todos ellos polideportivos que además, según este informe, estuvieron cerrados durante la ola de calor del pasado mes de junio.

“El caso de Sevilla es uno de los más llamativos porque precisamente el calor es algo que tienen como muy presente pero no tienen medidas específicas. Córdoba también es otra de las ciudades que menos tiene”, explica Caballero. 

Por ejemplo, en La Rambla (Córdoba), donde se marcó la máxima el pasado lunes por encima de los 43 grados, solo se cuenta con la escuela de verano, que funciona como una especie de refugio climático para niños y adolescentes, pero que ni está abierta todo el día ni todos los días ni puede acceder todo el mundo.

“Paradójicamente encontramos que hay más refugios climáticos en el norte”, destaca Caballero, pero no solo eso, también a la hora de tomar medidas y adaptar las ciudades al calor. Por ejemplo, recuerda que en Bilbao se ubican fuentes provisionales con las altas temperaturas. “En esas zonas con fuentes es importante que te puedas sentar, que haya sombra… Hay cuestiones tan sencillas que pueden marcar la diferencia, pero en general vemos que como refugio climático se admite todo”, recuerda.

En Madrid, tres de los casos más sonados y aplaudidos son el Círculo de Bellas Artes, el hall de CentroCentro en el Ayuntamiento o Nave Uno de Matadero, abiertos todo el verano hasta las 21 horas y, en el caso de Matadero, incluso con un programa de actividades. En todos ellos, hay vegetación protegida de las altas temperaturas y que fomenta un ambiente más húmedo, espacio para sentarse o descansar, fuentes y climatización. 

A pesar de esto, Barcelona, con más de 400 espacios, se ha convertido en el referente europeo en este tipo de refugios, tanto interiores como exteriores, habilitando zonas verdes con acceso a agua potable y donde se puedan paliar las altas temperaturas. Sin embargo, tampoco todos son igual de accesibles, ya que se han incluido, tal y como recoge El Periódico, ocho parroquias, tres centros comerciales, un supermercado y otros 11 locales comerciales.

“No cualquier espacio es automáticamente un refugio climático. Para que respondan a las necesidades de las poblaciones más vulnerables a las temperaturas extremas, realmente tienen que tener estos criterios mínimos, tienen que tener un espacio mínimo cubierto donde la gente pueda sentarse, pueda beber agua y pueda ir al baño”, señala a Euronews Ana Terra Amorim-Maia, investigadora especializada en adaptación climática urbana del Centro Vasco de Cambio Climático (BC3).

 

Supermanzana peatonal adaptada en Barcelona.SOPA Images

La depavimentación, las rutas de sombra o los puntos de agua, las soluciones naturales de cara a futuro

Más allá de esto, Caballero apunta a adaptar las ciudades de forma transversal en lugar de tomar únicamente medidas concretas como pueden ser los refugios climáticos. “Hay que pensar que cambiar las ciudades para adaptarnos a este calor extremo no es un tema de moda, es un tema de salud, de salvar vidas”, recalca.

“Hay muchas cosas que se pueden hacer: mapas de desplazamientos confortables, mapas de sombra, tener disposición de fuentes públicas, aplicar la regla de 3-30-300 [3 árboles desde su casa, tener 30% de cobertura vegetal en su zona y estar a 300 metros de un parque], rehabilitar las viviendas que son el primer refugio climático, adaptar los horarios laborales, pensar en esos sistemas de alerta temprana desde los ayuntamientos y no solo desde la AEMET…”, añade la experta, quien recuerda que “por desgracia, el calor es una de las causas de muerte que cada vez está aumentando más en verano”.

Según comenta Caballero, las diferencias entre Madrid y Barcelona son más que palpables ya que en la segunda “se piensa más en las personas” y “en Madrid parece una cuestión casi más de ‘cabezonería política’, aunque sea un término incorrecto”. “Los toldos que han puesto en la Puerta del Sol no valen para absolutamente nada”, añade.

“Por algún motivo parece que lo verde es una moda y no realmente una solución. Se podría presumir y realmente hacer esas rehabilitaciones de calles, de zonas, especialmente las céntricas, que son quizá donde ese efecto isla de calor es más brutal”, detalla.

Además, apunta que más allá de medidas que impliquen grandes cambios, elementos que den sombra o de descanso es más fácil. “En Madrid y en otras muchas ciudades que se pueden poner de ejemplo hay árboles, en todas los hay. Simplemente hay que pensar que es una ventaja tener identificadas zonas donde no se va a pasar tanto calor y donde pequeñas rehabilitaciones pueden suponer una diferencia en grados muy grande”, añade.

Como medida a largo plazo, los expertos apuntan a que hay otras iniciativas “basadas en la naturaleza” que pueden ayudar a mitigar las altas temperaturas en las ciudades. “Hay varios ejemplos incluidos en España, no solo para el calor porque tenemos que pensar que el cemento y el hormigón, además vienen muy mal para las lluvias extremas, por ejemplo, hacen que el agua arrastre todo y esta no pueda ser absorbida por las ciudades”, explica Caballero.

La especialista recuerda que las ciudades también son “espacios naturales” y que para revitalizarla una buena medida es la depavimentación, llevada a cabo, por ejemplo, en algunas localidades estadounidenses. “Se han retirado trozos de hormigón que no servían para nada y se ha invertido en soluciones basadas en la naturaleza que cambian las temperaturas y que cambian la forma de vivir en las ciudades”, describe Caballero.

 

Iniciativa de depavimentación en Somerville (Massachusetts, EEUU).Boston Globe

Depave es buen ejemplo de ello a nivel mundial. Se trata de una ONG en Portland (Oregón, EEUU) fundada en 2008 con el fin de devolver la tierra a las ciudades e ir retirando el hormigón en favor de las zonas verdes. De este modo, se evitarían las inundaciones y la tierra absorbería el agua, especialmente en casos de lluvias torrenciales. Pero también que con las plantas silvestres que crecen en estas zonas, se generen zonas de sombra y se mitiguen las altas temperaturas.

Con un trabajo exclusivo de voluntarios, tal y como recoge la BBC, han logrado depavimentar 33.000 metros cuadrados de asfalto en Portland. Aunque en España estos proyectos no se han llevado a cabo, sí que se van dando pasos en la transformación de las ciudades como el de Barcelona, donde se restringió el tráfico de las “supermanzanas”.

El siguiente paso sería generar espacios verdes, plantar árboles y fomentar que la tierra vuelva a respirar en las ciudades. El refugio, en lugar de entre el asfalto, debería tener color verde.

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Esta nota fue proporcionada por una fuente externa a La Campesina. Debido a que no fue escrita por nuestros empleados ni nuestros afiliados, no garantizamos su veracidad ni exactitud. Recomendamos que cada persona realize su propia investigación para verificar el contenido de esta nota.

Written by: Huffington Post

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