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En verano es habitual que los niños coman menos: el calor, los cambios en la rutina o la menor intensidad de actividad influyen en el apetito. “Sin embargo, muchos artículos de divulgación tienden a interpretar esta falta de hambre como un ‘problema de peso’ que hay que corregir”, destaca la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón. “Pero aquí está la trampa: el foco se pone en la báscula, no en la salud ni en la alimentación en sí”, añade esta experta.
Luzón explica que en “la diversidad corporal es la norma”: “Los niños, como los adultos, no crecen ni se desarrollan todos de la misma manera. Forzarles a encajar en un peso adecuado es negar esa diversidad corporal. El hecho de que un niño no engorde al ritmo que esperamos no significa automáticamente que esté enfermo”.
Por lo tanto, el peso, por sí solo, “no nos dice si un niño está sano, nutrido o feliz”, insiste esta técnica en dietética. “Son el desarrollo global, la energía, el descanso, la capacidad de juego y aprendizaje, la relación con la comida y el entorno afectivo los que nos hablan de salud real”, aclara.
Además, hay que tener en cuenta, prosigue esta experta, que “la salud no se mide en kilos”. “Nuestra cultura insiste en que el peso es el gran marcador de bienestar. Primero nos preocupa que el niño no engorde lo suficiente. Más tarde, en la adolescencia, puede que nos preocupe que ‘pese demasiado’. Y así vamos transmitiendo la idea de que el cuerpo siempre está en deuda con un ideal de talla o peso”, aconseja Luzón. “La salud, sin embargo, no se puede reducir a un número. Requiere mirar los hábitos, la calidad de la alimentación, el disfrute, el descanso, la actividad física y la seguridad emocional”, añade.
Y nos aconseja cómo debemos enfocar este tema: “Cambiando el foco: de engordar a acompañar”, explica. “Así que la pregunta no debería ser “¿cómo hago que mi hijo engorde?” sino si tiene acceso a una alimentación variada y suficiente, si se respetan sus señales de hambre y saciedad y si crece y se desarrolla a su propio ritmo, sin comparaciones“, dice esta especialista.
Es más, asegura que “cuando dejamos de forzar y empezamos a acompañar, ayudamos a que los niños construyan una relación más libre y respetuosa con la comida y con su cuerpo. Ese es el verdadero regalo de salud a largo plazo”.
En conclusión, Ana Luzón recuerda que “el peso no es sinónimo de salud y ponerlo en el centro de la crianza alimentaria solo genera presión y reduce la complejidad de lo que significa crecer sano”. “La diversidad corporal existe, y acompañarla con confianza y buenos hábitos es mucho más importante que alcanzar un número en la báscula”, sentencia esta experta.
Written by: Huffington Post
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