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España sufre los récords de temperaturas más altos de su historia. La ciencia lo advirtió hace tiempo: más calor, más sequía, más riesgo. El cambio climático ha dejado de ser un debate académico para convertirse en una emergencia real, visible en incendios cada vez más violentos, prolongados e incontrolables. Ante esta evidencia, lo que se reclama es responsabilidad y altura política. Sin embargo, el PP y Vox responden con lo contrario: imponiendo recortes, negligencia y negacionismo.
El balance es estremecedor. Más de 370.000 hectáreas han quedado arrasadas, cuatro personas han muerto, miles de familias se han visto obligadas a desalojar y centenares de casas han quedado reducidas a cenizas. Pero no se trata solo de números. Detrás están los agricultores que han perdido el trabajo de toda una vida, las familias que ven cómo su hogar desaparece en cuestión de minutos y pueblos enteros que respiran humo día y noche, con el miedo de no saber qué pasará, qué les quedará al amanecer.
Conviene recordar que las competencias en prevención y extinción de incendios corresponden a las comunidades autónomas. Y allí donde gobierna el PP, siguiendo los postulados de Vox, las políticas forestales se han reducido, precarizado o directamente subordinado a intereses partidistas.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y su consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, recortaron un 90% del presupuesto de prevención. Antes de que ardieran los montes, calificaron de “despilfarro” mantener brigadas todo el año. Incluso se atrevieron a culpar a los ecologistas y a presumir de tener “el mejor dispositivo antiincendios de España”. Cuando el fuego arrasaba hectáreas y pueblos, la realidad los desmintió con crudeza. Y, para colmo, mantuvieron parados recursos enviados por el Gobierno central mientras Mañueco exigía más medios al presidente Pedro Sánchez. No se trata de improvisación, sino de una irresponsabilidad extrema, arropada por puro cinismo político.
En el Congreso, PP y Vox no apoyaron ni la Ley Básica de Bomberos Forestales ni tampoco la Ley Básica de Agentes Forestales y Medioambientales, dos normas esenciales para garantizar derechos, medios y estabilidad a quienes cada verano arriesgan la vida en primera línea y a quienes velan por la protección de nuestros montes.
En Castilla y León fueron aún más lejos y tumbaron la Proposición de Ley de Bomberos y Bomberas Forestales impulsada por el Grupo Socialista en las Cortes autonómicas, con el argumento grotesco de que era un “panfleto ideológico” por reconocer la igualdad de género en su redacción. Por si fuera poco, tampoco han desarrollado las leyes básicas aprobadas en el Congreso, privando a los profesionales de los recursos y la seguridad jurídica que necesitan.
Pero la lista de agravios no se limita a esta comunidad. En Galicia, el presidente Rueda mantiene la misma línea de recortes y falta de previsión. En Extremadura, María Guardiola ha entregado la política forestal a Vox, debilitando la protección de una de las regiones más expuestas al fuego. En Andalucía, Moreno Bonilla prefiere la propaganda a la prevención. Y al frente de todos ellos, Alberto Núñez Feijóo, incapaz de ofrecer un liderazgo serio, refugiado en fotos de cenizas en lugar de en políticas que anticipen y protejan.
El negacionismo no puede tomarse como una anécdota. Es la línea política de la extrema derecha y la excusa permanente de la derecha tradicional. Vox niega la emergencia climática abiertamente, ridiculiza a la ciencia y desprecia las advertencias de los expertos. Y el PP, lejos de confrontarlo, lo blanquea y lo asume como moneda de cambio para gobernar. Así, lo que debería ser una política de Estado se convierte en un campo más de batalla partidista. Y mientras tanto, arde España.
Ante esta emergencia hemos comprobado que, de nuevo, ha tenido que intervenir la UME, la Unidad Militar de Emergencias, puesta en marcha por el presidente Rodríguez Zapatero. Esta unidad ejemplar ha demostrado que la diferencia entre improvisar y planificar se mide en vidas salvadas, hectáreas preservadas y pueblos que no desaparecen. Junto a ella, las BRIF, Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales, surgidas también de otra iniciativa socialista, se han consolidado como el modelo a seguir en la preparación de efectivos de élite que están en activo durante los 12 meses del año.
Al mismo tiempo, no podemos dejar de reconocer el mérito de los operativos antiincendios de las comunidades autónomas, que se dejan la piel cada verano enfrentándose al fuego, arriesgando su seguridad y sacrificando su descanso, pese a no contar con los recursos necesarios ni recibir el apoyo que su labor merece.
El cambio climático ya no admite frivolidades. Las olas de calor extremas, las sequías y los incendios son su rostro más inmediato. Negarlo, como hace Vox, o minimizarlo, como hace el PP, es condenar a España a repetir tragedias año tras año. El negacionismo climático se traduce en políticas insuficientes, en recortes presupuestarios y en desprecio a la ciencia. Y todo eso acaba convertido en humo, cenizas y dolor.
Por eso, resulta imprescindible un Pacto de Estado contra la emergencia climática, tal y como ha planteado el presidente del Gobierno. No se trata de una iniciativa más, sino de una necesidad histórica. Un acuerdo que sitúe a la ciencia en el centro, que blinde la prevención, que garantice brigadas todo el año, que dignifique a los bomberos forestales y a los agentes medioambientales, y que coordine esfuerzos de todas las administraciones. Porque no hablamos solo de incendios, hablamos de cómo España se prepara para sobrevivir y adaptarse al mayor desafío de nuestra historia reciente.
Feijóo, Mañueco, Rueda, Guardiola y Moreno Bonilla simbolizan lo contrario. Son ejemplos de la irresponsabilidad de anteponer su partido a la seguridad de las personas, de la hipocresía de pedir al Estado lo que antes han recortado en sus comunidades. La ciudadanía sabe que cada hectárea calcinada, cada familia evacuada y cada vida perdida no son solo consecuencia del fuego, sino también del escepticismo político. Porque los incendios no se explican solo con el calor, también los provocan la irresponsabilidad, los recortes y la cobardía de quienes gobiernan mirando solo a sus cálculos electorales.
La próxima vez que el humo cubra el cielo, habrá que recordar, sin ambages, que las llamas no distinguen ideologías, pero las responsabilidades sí. Y en este país se llaman Partido Popular y Vox.
Javier Alfonso Cendón es portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Socialista y diputado por León
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Written by: Huffington Post
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