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El patrimonio que se pierde con el fuego: "La piedra parece que es incombustible y sufre bastante con los incendios"

todayAugust 24, 2025 1

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Más de 350.000 hectáreas quemadas en los incendios en lo que va de año. Este horrible balance ha dejado el fuego que ha asolado la península en la última semana, de los que algunos focos se mantienen estos días.

A la inmensa pérdida a nivel de corteza vegetal y, por supuesto, de viviendas e incluso poblaciones enteras arrasadas por las llamas se suma la pérdida de patrimonio especialmente reseñable en Las Médulas (León), paraje declarado Patrimonio de la Humanidad 1997 y que alberga la mina de oro más importante del Imperio Romano ha reabierto el debate sobre la protección y protocolos que existen de estos yacimientos y si hay posibilidad de recuperarlos.

“Siento vergüenza de que esto pueda ocurrir en 2025, un cuarto de siglo después de la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Es evidente que algo ha fallado”, declaró a Hoy por hoy (Cadena SER) Javier Sánchez-Palencia, el arqueólogo y mayor experto en Las Médulas. “Tiene la red hidráulica más grande del Imperio Romano, más grande incluso que la de Roma, 800 kilómetros de canales”, destacó.

Allí se encuentran varios castros como el de Orellán o el castro de la Peña del Hombre (Priaranza del Bierzo), donde el patrimonio se ha visto duramente dañado por los incendios. Este evento ha puesto sobre la mesa el riesgo al que están expuesto este patrimonio no solo a los incendios, sino también ante los aumentos de temperatura consecuencias del cambio climático y otros fenómenos extremos como las DANAS.

Miguel Gómez Heras, investigador del proyecto RESCUhE, del IGME-CSIC y la UAM, que aborda cómo el cambio climático afecta a los eventos hidrometeorológicos extremos y las consecuencias que tiene para el patrimonio, recuerda a El HuffPost que los lugares patrimoniales cuentan con distintos grados de protección.

“En el caso de las Médulas, que es Patrimonio de la Humanidad, se presupone que tiene unos planes de protección, pero hay muchísimo patrimonio tanto cultural construido como patrimonio arqueológico que está en zonas rurales que no lo tiene”, explica.

“Precisamente España es muy rica en patrimonio cultural y eso está muy bien, pero a veces no de la forma más adecuada: hay mucho que proteger y a veces pocos medios para hacerlo. Hay muchos bienes patrimoniales que ni siquiera tienen una declaración de bienes culturales”, señala el especialista, que destaca la riqueza de los espacios culturales románicos de la zona afectada tanto en Zamora, León, Salamanca y Ávila. 

Ejemplos encontramos también en la llamada Montaña Palentina, donde tuvo que ser evacuada la Abadía de Lebanza (Lebanza, Palencia) y ha estado cerca de yacimientos estudiados por RESCUhE como Atapuerca (Burgos) o los yacimientos de la Siega Verde (Salamanca). “La inmensísima parte del patrimonio cultural español está en entornos rurales, que son las más propensas a sufrir incendios forestales o relacionados con el medio rural”, recuerda Gómez.

Además, apunta a que la mayoría de ellos no cuentan con protección exprofeso contra los incendios, pero señala que hay algunos casos de buenos procedimientos como el del Navalacruz (Ávila) en 2021, donde se puso en peligro el Castro de Ulaca.

“Allí se hicieron, por ejemplo, labores de extinción perimetradas. Ese lugar es muy visitado y tenía cierto mantenimiento, como que estaba libre de hierbas, matojos y todas estas cosas que son el principal combustible de los incendios”, señala el experto.

Los rastrojos y hierbas que crecen por la zona son los principales enemigos de yacimientos y parajes históricos. “Lo primero para que haya un incendio es que tiene que haber combustible, aparte de oxígeno y calor, y ahí es donde entra el tema climático, puesto que cada vez tenemos más olas de calor y más intensas”, explica Gómez.

“La inmensísima parte del patrimonio cultural español está en entornos rurales, que son las más propensas a sufrir incendios forestales o relacionados con el medio rural”

Carlos Caballero, portavoz de de la Plataforma de Profesionales de la Arqueología (PEPA) y presidente del Colegio Profesional de Arqueología de Madrid, recuerda a El HuffPost que hay que distinguir que hay tres tipos de yacimientos: los que se conocen y se han excavado, los que se conocen y están inventariados pero no están excavados y los que no se conocen.

“Con respecto a los que ya conocemos, hemos excavado y los hemos abierto al público, no hay un plan de prevenir riesgos, sino que en muchos casos ni siquiera hay un plan a largo plazo de conservación”, denuncia el arqueólogo. “Realmente no se prepara un plan de conservación que permita invertir una cierta cantidad de dinero cada año para evitar que crezcan hierbas en medio de los muros, etc.”, señala.

Con respecto al segundo grupo, que no están excavados pero se conocen, apunta que “cuentan con la misma protección legal que los que ya hemos excavado”. “Ahí la afección pues ha sido mayor porque ha afectado a estructuras que ni siquiera hemos estudiado y no sabemos evaluar en qué medida se han visto afectadas por los incendios”, explica Caballero, quien enfatiza en que tampoco hay un plan de protección para ellos.

En el caso de los que no se conocen, Caballero recuerda que estaban “protegidos por los propios bosques o por la propia vegetación que se ha quemado” y “han aflorado al desaparecer el manto vegetal que los protegía”. 

“Esos no cuentan con un plan de protección previa, porque ni siquiera sabemos que existen, pero sí que deberían inventariarse como consecuencia de esto”, detalla. 

Además de la inexistencia de protocolos, los expertos denuncian falta de inversión y de departamentos especializados en emergencias en el patrimonio. “En Castilla y León antes había un departamento de emergencias relacionado con el patrimonio. Pero como pasa muchas veces, con cambios políticos y de gestión, hay bienes patrimoniales que sí que se mantienen un poco en primera línea de protección, mientras que los bienes patrimoniales más menores, tanto de patrimonio cultural como de patrimonio geológico, se ven un poco disminuidos en los recursos y la atención que reciben de las administraciones”, denuncia Gómez.

Por ejemplo, muchos de ellos dependen de los ayuntamientos, que no pueden en muchos casos hacer frente al coste económico que supone el mantenimiento y un programa de protección. 

“Realmente no se prepara un plan de conservación que permita invertir una cierta cantidad de dinero cada año para evitar que crezcan hierbas en medio de los muros, etc.”

Carlos Caballero, portavoz de de la Plataforma de Profesionales de la Arqueología (PEPA) y presidente del Colegio Profesional de Arqueología de Madrid

La piedra no lo resiste todo

Tanto los yacimientos como las construcciones romanas o las iglesias románicas tienen su base en la piedra, un material más resistente que otros como la madera y que, en la mayoría, tampoco tiene de policromías ni pinturas que puedan verse dañadas.

“Aunque las rocas o el patrimonio construido en piedra parece que fuese algo incombustible y sufre bastante por los incendios”, recuerda Gómez, que apunta a que el daño se lleva a cabo de dos maneras una inmediata y otra más a largo plazo.

“Debido al aumento de temperatura, se producen transformaciones minerales y un cambio de color. Eso es una cosa que la gente puede detectar muy fácilmente en rocas que tienen hierro, cuando se pasan los 300 grados, una temperatura muy baja para un incendio forestal, existe un proceso de termo oxidación y los sillares de piedra se vuelven rojos”, recuerda el especialista. 

En su proyecto, Gómez apunta a que el aumento de las temperaturas fruto del cambio climático y la oscilación térmica de más de 20ºC provoca lo que se conoce como termoclasticidad, un fenómeno que provoca la fragmentación debido a dilataciones y contracciones repetidas por los cambios de temperatura.

“Debido al aumento de temperatura, se producen transformaciones minerales y un cambio de color. Eso es una cosa que la gente puede detectar muy fácilmente en rocas que tienen hierro, cuando se pasan los 300 grados, una temperatura muy baja para un incendio forestal, existe un proceso de termo oxidación y los sillares de piedra se vuelven rojos”

Miguel Gómez Heras, investigador del proyecto RESCUhE, del IGME-CSIC y la UAM

A este fenómeno se suman las cenizas emitidas en el incendio, ricas en sales solubles se ven expuestas también por el agua de la extinción. “En el caso de Las Médulas habrá que evaluar la erosión que han sufrido los canales y la destrucción de la corteza vegetal”, explica, aunque apunta a que podría ser incluso una fortaleza en este caso concreto. 

“La evolución de ese paisaje es la erosión y su concepto paisajístico está basado en esa erosión antrópica. Eso hace que sea menos sensible que una ermita románica que igual sí tiene esculturas que pueden perder su forma y su valor artístico”, señala.

En este estudio, Gómez también analiza cómo la “la direccionalidad de los agentes meteorológicos puede afectar a que en determinadas orientaciones haya más o menos deterioro y también de que en determinadas zonas climáticas del país pueda haber una mayor o menor incidencia de agentes de deterioro”.

“Se están viendo lo que llaman eventos hidrometeorológicos extremos, que tienen que ver inundaciones, olas de calor, eventos extraordinarios de viento que pueda hacer que la lluvia diluida afecte de una manera más anisótropa a determinados bienes patrimoniales”, detalla el experto.

 

Incendio en Las Médulas (León)Getty images

Una difícil solución que deja una cicatriz para la historia

Tras el daño, los expertos apuntan que realizar un informe pormenorizado de estos yacimientos, especialmente los que cuentan con una protección determinada por ser denominados BIC y de los daños de los mismos es fundamental. No obstante, la rehabilitación es prácticamente imposible.

“A nivel de restauración eso tiene muy mala solución, puesto que es un cambio irreversible. Tanto la fracturación por aumento de temperatura y choque térmico como los efectos que se producen durante el fuego como el ennegrecimiento, que entren cenizas dentro de los materiales porosos o ese cambio de color por la termoxidación, no tienen solución”, explica Gómez, quien apunta a que estos cambios deberían “integrarse y conservarse”. 

“Al final en un bien patrimonial todo lo que ocurre durante su historia es parte de ella”, recuerda Gómez y recalca que lo importante es que “ese deterioro no vaya a más eliminando las causas de deterioro a largo plazo, como pueden ser las sales, o estabilizando los sillares que hayan podido sufrir algún tipo de ruptura”. 

Caballero, por su parte, se muestra “casi seguro” de que se han dañado cantidad de yacimientos en estos incendios. “En 30 años de carrera no he visto nunca una magnitud de incendios de 350.000 hectáreas”, lamenta. 

No obstante, enfatiza que la prioridad es controlar los focos y poner a salvo a las personas y los núcleos de población afectados. Tras esto, el arqueólogo recuerda que “habría que hacer un plan de documentación de los yacimientos que todavía no conocemos y sobre todo también una evaluación de los daños que han sufrido los que conocemos”, pero apunta a que todo ello forma parte de la recuperación del paisaje.

“El patrimonio de todos forma parte de la arqueología y la etnografía, cabañas, molinos, etcétera, que hayan podido ser afectados por esto. Es importante para todos, pero la prioridad es otra”, enfatiza Caballero. “Puntualmente se puede hacer una evaluación de daños en una zona muy concreta porque forme parte de un periodo de investigación, sin duda en Las Médulas sucederá, porque el equipo de allí sigue investigando la zona minera romana con toda seguridad a la evaluación de daños de los yacimientos que se han visto afectados por el incendio, pero no es lo habitual. Nosotros pretendemos que se incorpore también el patrimonio cultural a la recuperación del patrimonio”, añade.

Gómez lamenta que, especialmente en el caso de Las Médulas, no se enfatice en la pérdida que supone a nivel patrimonial e incluso turístico. “Parece como que los incendios solamente afectan a la parte biótica o a la industria agropecuaria, pero el caso de Las Médulas es un caso importante en el cual hay una de las principales industrias tiene que ver directamente con el turismo”, se queja. “El daño de la infraestructura turística o del mismo bien que la gente va a visitar supone también una afección a algo que es una parte importante más allá de la cultural”, lamenta.

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Esta nota fue proporcionada por una fuente externa a La Campesina. Debido a que no fue escrita por nuestros empleados ni nuestros afiliados, no garantizamos su veracidad ni exactitud. Recomendamos que cada persona realize su propia investigación para verificar el contenido de esta nota.

Written by: Huffington Post

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