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3 de agosto. Cinco años de un “comunicado de la casa de S.M. el rey” que provocó un auténtico terremoto social y político en España. El emérito Juan Carlos I mandaba una carta dirigida a Felipe VI para informarle de su “meditada decisión” de trasladarse fuera de España. Un acontecimiento, en pleno verano, con una buena parte de España de vacaciones, que dinamitó por completo la imagen del que había sido monarca durante 39 años.
Pero un lustro después de esa misiva y de decidir trasladarse a Abu Dabi, el padre de Felipe VI se ha visto envuelto en varias polémicas —familiares, judiciales y amorosas— al mismo tiempo que regresaba al lugar que se ha convertido en su segunda residencia en España, Sanxenxo.
Cinco años después, Juan Carlos sigue participando en las regatas que se celebran en el municipio pontevedrés. Pero sigue siendo protagonista por otros motivos. Tal y como anunció, publicará sus memorias a finales de año bajo el título Reconciliación.
También ha tenido algún que otro lío judicial. El pasado mes de abril decidió demandar a Corinna Larsen por supuestos delitos contra el honor y a su exabogado ginebrino Dante Canonica en un juzgado suizo. Una postura que adoptó una semana después de que anunciara una querella contra el expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, por supuesta lesión a su derecho al honor.
“Majestad, querido Felipe: Con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad. Mi legado, y mi propia dignidad como persona, así me lo exigen”, escribió en la primera parte del escrito que el emérito mandó a su hijo.
Juan Carlos explicó a Felipe VI que, “guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España“.
“Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad. He sido rey de España durante casi cuarenta años y, durante todos ellos, siempre he querido lo mejor para España y para la Corona”, terminó la misiva.
La carta de Juan Carlos I a Felipe VI
Casualidad o no, aquella carta vio la luz 93 días después de que se permitiera, por primera vez, salir a la calle, para practicar deporte o andar durante un tiempo máximo de una hora, tras el duro confinamiento para frenar la grave crisis sanitaria provocada por el covid.
El motivo de su marcha se enmarcaba por “la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada”, pero se produjo años después de que su polémica caza de elefantes en Botsuana, África, y el difícilmente olvidable “no volverá a ocurrir“. La gota que colmó el vaso en Zarzuela furon las diligencias que la Fiscalía del Tribunal Supremo abrió por el supuesto cobro de comisiones del emérito por la concesión del AVE a La Meca a varias empresas españolas.
Con él fuera de España, en noviembre de 2020, se abrieron dos nuevas investigaciones. La primera, el uso de presuntas tarjetas de crédito opacas; y la segunda, relacionada con una cuenta de unos 10 millones de euros a nombre de Juan Carlos I en la isla de Jersey, conocida por ser un paraíso fiscal.
Por si fuera poco, el padre de Felipe VI llevó a cabo varias regularizaciones fiscales. En diciembre de 2020, la hizo por una cuantía de 678.000 euros tras usar tarjetas bancarias de fondos del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause. Meses después, la cifra creció hasta los 4,4 millones de euros, por rentas que no había declarado de más de 8 millones de euros de pagos en especie y gastos por viajes a costa de la Fundación Zagatka.
Desde aquel momento, la decisión, tomada meses después de que Felipe VI renunciara a la herencia que pudiera corresponderle de su padre, desató una situación institucional bastante complicada para Zarzuela.
En su primer discurso de Navidad tras la marcha de Juan Carlos I, el 24 de diciembre de 2020, el monarca español no le mencionó, pero dejó un mensaje que parecía dedicado a él: “Ya en 2014, en mi Proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas. Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares“.
No fue hasta dos años después, en marzo de 2022, cuando el emérito mandó una nueva carta tras archivarse las investigaciones por parte de la Fiscalía General del Estado. “Me parece oportuno considerar mi regreso a España, aunque no de forma inmediata. Prefiero, en este momento, por razones que pertenecen a mi ámbito privado y que solo a mí me afectan, continuar residiendo de forma permanente y estable en Abu Dabi, donde he encontrado tranquilidad, especialmente para este período de mi vida“, aseguró en una misiva que cerró con dos palabras: “Tu padre”.
Carta de Juan Carlos I a Felipe VI, en marzo de 2022
No fue hasta dos meses después cuando el emérito no regresaría por primera vez a España. En aquella ocasión, aprovechó su primer viaje para participar en regatas en Sanxenxo y visitó a su hijo en Zarzuela. “S.M. el rey y don Juan Carlos han mantenido un tiempo amplio de conversación sobre cuestiones familiares, así como sobre distintos acontecimientos y sus consecuencias en la sociedad española desde que el padre del rey decidió trasladarse a Abu Dabi el 3 de agosto del año 2020“, detalló Casa Real en un comunicado.
Pero la intención de Juan Carlos I de regresar a España, con el paso de los años, ha quedado en segundo plano. El emérito ha vuelto en varias ocasiones, pero lo ha hecho con un billete de ida y otro de vuelta. Casi todas sus visitas han sido para participar en las regatas de Sanxenxo. En septiembre de 2022, asistió al funeral de Isabel II junto a la reina Sofía y a los reyes Felipe VI y Letizia.
Pese a la marcha de Juan Carlos, Felipe VI ha tenido pocas imágenes públicas junto a su padre y —además de la misa en la abadía de Westminster, en Londres— la fotografía más llamativa se produjo en febrero de 2024. En la misa homenaje a Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía, padre e hijo salieron de la capilla agarrados del brazo.

Juan Carlos I y Felipe VI, en el funeral de Constantino de Grecia en febrero de 2024.GTRES
Mientras el emérito celebra a bordo del ‘Bribón’ en Sanxenxo, el monarca español ha logrado capear un temporal complicado que ha marcado un reinado que el pasado mes de junio cumplió su undécimo aniversario.
En estos cinco años, Juan Carlos I se ha visto envuelto en más de un lío judicial. El principal, las tres investigaciones de la Fiscalía del Tribunal Supremo que terminaron siendo archivadas.
Las pesquisas trataron de indagar en el presunto cobro de comisiones por la construcción del AVE en Arabia Saudí; el uso de tarjetas opacas, con gastos no declarados a Hacienda; y sus presuntas cuentas en Suiza y fundaciones offshore con posibles delitos fiscales y de blanqueo. En 2022, todas ellas fueron archivadas por prescripción de los delitos, inviolabilidad o regularización fiscal voluntaria, tras los pagos que hizo el padre de Felipe VI.
Otro de los frentes judiciales fue la demanda que la expareja del emérito, Corinna Larsen, le puso. Le reclamó 126 millones de libras, unos 146 millones de euros, en concepto de daños y perjuicios. Pese a que Juan Carlos trató de usar su inmunidad, el Tribunal Superior de Londres dictó que no tenía inmunidad legal tras su abdicación. Finalmente, ambos llegaron a un acuerdo extrajudicial y resolvieron el asunto sin llegar a juicio.
Pero este mismo año, Juan Carlos I ha decidido aumentar su apuesta y recurrir a los tribunales. En el mes de abril, anunció una querella contra el expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y otra contra Larsen, por una supuesta lesión a su derecho al honor.
¿Ha tenido el rey Juan Carlos suerte en el amor? Según se mire. En su matrimonio no le fue bien, pero eso no quita para que haya disfrutado de grandes pasiones a lo largo de su vida. Sin embargo, le ha tocado vivir su exilio en soledad y enfrentado a Corinna Larsen, de la que estuvo profundamente enamorado y por la que seguramente sentirá más resentimiento que otra cosa.

El rey Juan Carlos y Corinna Larsen durante su paso por los Premios Laureus 2006 celebrados en Barcelona.Carlos Alvarez
Para entender esta soledad hay que retrotraerse a abril de 2012, cuando el entonces rey de España sufrió una caída que le provocó una rotura en la cadera derecha. El problema es que se encontraba de viaje privado en Botsuana cazando elefantes y acompañado por Corinna Larsen, una mujer desconocida para el gran público, pero no para otros círculos. Ambos tenían una relación que saltó por los aires después de lo de Botsuana. El escándalo dinamitó su relación con Corinna y de alguna manera con España porque dos años después abdicó.
Esta polémica y todo lo que vino después hizo que cayera el velo que protegía a Juan Carlos de Borbón. Su vida privada, pasada y presente, se convirtió en algo prácticamente de dominio público, y su partida a Abu Dabi, seis años después de ceder la Corona a su hijo, no calmó las aguas. Se supo (o se recordó), su intensa relación con Marta Gayá, y se supo, se recordó y se conoció mucho, pero mucho más, de su historia con Bárbara Rey.

Barbara Rey durante su intervención en la presentación de su biografía ‘Por primera vez, toda mi verdad’ en junio de 2025.Sergio R Moreno
El emérito se vio inmerso en un enfrentamiento mediático entre Bárbara Rey y su hijo, Ángel Cristo Jr. Tanto fue así que aparecieron en una revista neerlandesa llamada Privé unas fotos —filtradas por el vástago de la vedette— que evidenciaban cómo de estrecho había sido el vínculo entre el que fuera Jefe del Estado y la artista. A partir de ahí, ya nada ni nadie pudo parar toda la catarata de informaciones sobre esta relación pasada del rey emérito que él hubiera preferido olvidar.
Al final, como ocurre con todo, la polémica termino olvidándose, pero antes de que la historia se fuera diluyendo en el tiempo, el entorno de Juan Carlos de Borbón dejó claro que el rey Juan Carlos era “víctima de una cacería”. El escándalo le siguió a Abu Dabi, pero no el amor.
No se puede decir que los Borbón y Grecia sean una familia especialmente unida. De hecho, desde que el rey Juan Carlos partió al exilio a Abu Dabi, sus problemas y divisiones se han acentuado todavía más. Si bien es cierto que Felipe VI y la Infanta Cristina se han acercado después de años de tensiones, está claro que hay dos bloques familiares. El rey emérito lidera uno de ellos, en el que se incluyen las infantas Elena y Cristina y sus respectivos hijos, mientras que los reyes Felipe y Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía se encuentran en el otro. Por su parte, la reina Sofía está en todos, y a la vez en ninguno.
Así, la distancia entre el Felipe VI y su progenitor no es solo geográfica, sino también emocional. Desde el exilio hemos visto encuentros, sobre todo en funerales, e incluso gestos de cariño, pero es evidente que no son el padre y el hijo más cercanos. En cuanto a la relación entre suegro y nuera, nada nuevo bajo el sol. Juan Carlos de Borbón y doña Letizia nunca conectaron y desde la mudanza del emérito a Abu Dabi no hay pruebas de que el vínculo haya mejorado.

Froilán, junto al emérito y las infantas Elena y Cristina en MadridGetty Images
Luego está la princesa Leonor, que no es ni de lejos su nieta favorita, pero hacia la que siente un afecto especial por ser la heredera. ¿Hablan por teléfono? No parece. ¿Se han visto? Sí, dos veces en cuatro años. En octubre de 2023, el rey Juan Carlos acudió a la celebración por el 18 cumpleaños de la Princesa de Asturias en el Palacio de El Pardo. ¿Interactuaron? Bueno, había mucha gente.
Fue en septiembre de 2024 cuando se obró el milagro. El rey Juan Carlos se encontraba en una de sus habituales visitas a Sanxenxo, la princesa de Asturias llevaba un mes en la Escuela Naval Militar de Marín realizando su formación militar en la Armada, y don Felipe y doña Letizia se habían desplazado a Combarro para acudir a una cena de aniversario de la promoción naval del monarca. Al saberlo, el emérito pidió poder ver a su nieta, y le dijeron que sí, pero con los reyes delante. Como detalló Zarzuela, se produjo un encuentro “privado y familiar” del que no se mostraron fotos. Una cosa es permitir que el abuelo vea a la nieta, y otra es que la imagen inmaculada de la princesa Leonor se mezcle con la de Juan Carlos de Borbón. Casa Real lucha para proteger la figura de la heredera, y por ello se prefiere alejar al emérito de ella. Por ello, no hay fotos de los dos desde el 6 de diciembre de 2018 con motivo del 40 aniversario de la Constitución Española. Eran otros tiempos.

La Princesa Leonor, la infanta Sofía y el rey emérito Juan Carlos, a su llegada al acto solemne conmemorativo del 40 aniversario de la Constitución, que se celebra hoy en el Congreso.EFE
En cuanto a sus hijas, aquí todo es paz y alegría para el rey Juan Carlos. Las quiere y valora mucho su compañía. La infanta Elena viaja con frecuencia a Abu Dabi y aprovecha los desplazamientos paternos a Sanxenxo para escaparse también a Galicia. Por su parte, la infanta Cristina no está tan apegada a su padre, pero sí es un gran apoyo para él, y viceversa. Con respecto a sus nietos Marichalar y Urdangarin, todos le tienen mucho afecto, aunque son Froilán y Victoria Federica los que más conexión tienen con él. Mientras Victoria de Marichalar confesó que su abuelo es su persona favorita, Froilán está profundamente unido al rey Juan Carlos. Ambos viven en Abu Dabi, aunque cada uno en su casa, y pasan mucho tiempo juntos. Para el emérito, su nieto Felipe es un bálsamo contra esa soledad que algunos dicen que padece en su exilio dorado. ¿La Familia (Real)? Bien, gracias… más o menos.
En marzo de 2020, Felipe VI quiso contar públicamente decidió “renunciar a la herencia de Don Juan Carlos que personalmente le pudiera corresponder, así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada y que deben informar la actividad de la Corona“.
Pero hay una herencia, que poco tiene que ver con la económica o patrimonial, que tiene todavía más peso. Se trata de la vinculada a la imagen personal e institucional que hay del padre del actual rey de España. Y la eterna duda de qué ocurrirá en el momento en el que fallezca el emérito. ¿Habrá funeral de Estado?
Written by: Huffington Post
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