General

La reconstrucción que no se ve: el reto inacabable de los psicólogos durante (y después) de la DANA

todayOctober 26, 2025 3

Background
share close

Son la voz del consuelo, son la palabra reconfortante cuando no salen las palabras, son el silencio amable de quien busca ser escuchado. Y son, aunque ellos huyan del reconocimiento, protagonistas de la reconstrucción que miles de familias afrontan desde la noche del 29 de octubre. Porque fue “aquella misma noche” de la DANA cuando comenzó la labor de los psicólogos, un colectivo que, al filo del aniversario, continúa con unas terapias aún necesarias para “seguir adelante”. También ellos mismos, tan héroes como víctimas.

El testimonio de Lorena de Mingo y Salvador Almenar, miembros del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana (COPCV), es el testimonio mismo de la evolución de una tragedia que se cobró 229 vidas en toda Valencia, otras 6 en Letur (Albacete) y 1 más en Málaga. Ambos han gestionado las distintas fases del programa de trabajo psicológico con las víctimas. De la urgencia de los primeros días a la reconstrucción de tantos afectados una vez se va el foco de lo inmediato, porque las necesidades de hoy son otras, pero siguen siendo eso mismo, “necesidades”. “Entendimos que al apagarse los focos de la tragedia aparece la tragedia en su magnitud. Proyectos de vida, empresariales, educativos truncados que hay que recuperar”, explican.

Inevitablemente toca echar la vista atrás. También lo hacen desde el COPCV, una entidad que coordinó un plan de ayuda desde el minuto 1 para atender las necesidades de duelo, acompañamiento y vigilancia de aquellos que perdieron a sus seres queridos, sus casas, sus trabajos o algo tan básico como las ganas de vivir. Tres etapas, tres objetivos, en un proyecto con la colaboración de la Fundación Mutua Madrileña que aspiran a mantener activo largo tiempo. Lo explica Salvador Almenar, psicólogo de Intervención Social y portavoz de la última fase del plan de asistencia. 

Todo arrancó “la misma noche” con una primera etapa ‘de emergencia’. En ella, cuenta, el trabajo se centró en “dar acompañamiento y permitir la ventilación emocional —el soltarlo todo— de las víctimas” bajo la dirección de psicólogos de emergencia. Entre ellos estaba Lorena de Mingo. Recuerda cómo en las poblaciones afectadas había puntos de intervención psicologicas donde podían acudir los afectados y “luego íbamos haciendo patrullas por pares por las calles de la zona cero“. Habla de “tantos casos…”. “A veces venían, a veces íbamos a las casas para ofrecer ayuda, pero también vivimos casos de vecinos o trabajadores que nos paraban para decirnos ‘por favor, atended a tal persona'”.

Profesionales y voluntarios se dieron la mano aquellos días. No era raro ver psicólogos llevando con carteles colgados ofreciendo ayuda. Pasaron las semanas y el plan entró en una segunda fase, ya profesionalizado gracias a un convenio con asociaciones del ramo. El objetivo, evitar el estrés postraumático, “un problema que sabemos que se dispara tiempo después de la tragedia, llegando hasta entre un 30 y 60% de posibilidades de que surja si no se trabaja”. “Cuatro o cinco meses”, ya sin ese factor inmediato, que permitieron avanzar a muchas personas, aunque el programa de atención iba más allá, apunta Salvador.

 

Lorena de Mingo, junto con su equipo de psicólogos de emergencia, atendiendo en los primeros días tras la DANACEDIDA POR EL COPCV

Como portavoz de la tercera fase “en la que ahora estamos”, el especialista explica que la centraron en la mejora del bienestar psicológico de los afectados, “porque sabemos que con el tiempo surgen problemas que en el momento no salen”. Entre ellos, un mal conocido, las depresiones. “Aunque hacemos también acompañamiento individual es sobre todo colectivo, porque sabemos que en esta fase ayuda mucho más”, añade. Esas sesiones van más allá de la imagen que todos podemos hacernos de una terapia grupal. También llevan a cabo lo que el miembro del COPCV llama “un trabajo de corte comunitario“, enfocándose en la reconstrucción de las redes humanas, las redes de apoyo de entidades sociales, en colaboración con distintos ayuntamientos. 

¿Qué sigue inquietando a nivel psicológico a estas alturas?

No tarda en hacer presente sus tres “miedos” a la vista de la experiencia profesional. En primer lugar, hace referencia a la preocupación por el bienestar emocional, “siempre desde la perspectiva de un trabajo no clínico”. “Me explico, si vemos que alguien sufre una depresión derivamos a persona al sistema de salud. Nuestra competencia se centra en ese trabajo fuera del sistema sanitario público, entendiendo que el sistema público no podría atender tanta necesidad psicológica”.

La segunda preocupación es cuidar del personal que ha ayudado a las víctimas. Psicólogos, trabajadores sociales, policías… “Vigilamos mucho la aparición del síndrome del burnout —ese agotamiento mental, físico que anula a la persona— y lo prevenimos o lo mitigamos con un trabajo colectivo para la rehabilitación”.

El tercer aspecto es el suicidio. “Sabemos que ante catástrofes así el riesgo se multiplica hasta por 10″. Por ello, el Colegio ha lanzado una campaña dirigida a prevenirlo, pero no se dirige a las potenciales víctimas esta vez. “No, nos dirigimos especialmente a esos mismos trabajadores sociales y a los ciudadanos corrientes para que estén alerta de posibles tendencias suicidas en el vecino, el amigo. 

“Que sepan ver pistas en alguien que tenga idea de suicidarse, enfatiza. Preguntado por esas posibles pistas adelanta cuestiones como “notarle prisa por cerrar gestiones, una evitación social absoluta o una desesperanza total”.

Actitudes ante el aniversario y el bombardeo informativo

“La evitación es imposible y además peligroso”, admiten tanto Lorena como Salvador, que de inmediato insisten en exponer otro peligro, el de la sobreexposición en un momento tan crítico como el aniversario. “La psicología ha demostrado que la evitación, el apagarlo todo y aislarte, produce más miedo, pero la sobreexposición también y se vio en la pandemia”. “En estos días nuestro énfasis está en que la gente tenga las certezas que se pueden tener”.

 

Salvador Almenar, portavoz del Plan de recuperación psicológica del COPCV y FMM DANACEDIDA POR EL COPCV

El responsable de la ‘fase de recuperación’ pone el foco en la responsabilidad de los gestores. Alejado de cualquier valoración política, Salvador sí remarca que “la gente necesita estar segura de que quien nos gobierna tiene las herramientas para protegernos y si no se da esa sensación hay mucho sufrimiento”. 

Habla de una segunda clave para cerrar el ‘círculo de certidumbre’, “entender por qué ha ocurrido”. “Hacer este análisis es muy terapéutico. Y creemos que las autoridades no lo han explicado bien entonces, porque en la última DANA hace semanas sí se explicó, sí se trabajó con anticipación y la gente ha estado mucho más protegida al ver una respuesta efectiva”.

¿Cómo es una sesión de trabajo?

“Dependiendo del colectivo, la rutina cambia”, aclaran ambos miembros del COPCV. “Trabajamos con personas mayores incluso con atención domiciliaria, con jóvenes, con mujeres que se han quedado sin una red de apoyo en entornos complicados, con pacientes con trastornos mentales y sus familiares…  Dentro de las diferencias, se trata de buscar las seguridades que pueda tener cada grupo”. 

En cuanto a la estructura de estas terapias grupales, Salvador admite que es básicamente igual en todos los casos. La sesión comienza dandole voz a los afectados. “Cada cual habla, expone sus miedos, sus expectativas, ‘ventila’. Nosotros posteriormente explicamos sus emociones y buscamos elementos de seguridad para hacerles avanzar”. 

Incluye un apartado fundamental en la labor de estos psicólogos de ‘reconstrucción’, la refutación de fake news. En conjunto vemos que esa ‘ventilación emocional’ funciona, porque las personas se ven en un entorno de iguales.

Las “pistas” para saber si alguien ha superado el trauma

Los dos profesionales pivotan sobre la idea de que cada persona es un mundo, pero sí enumeran algunos elementos objetivos útiles para comprender si alguien ha superado alguna de estas etapas o si podría dar por terminado el proceso.

Lorena de Mingo recuerda su experiencia en la fase de emergencia. Ante un duelo tan inmediato se encontró con víctimas que presentaban una “fuerte desorganización emocional y cognitiva”, algo “normal ante una tragedia así”. Un shock, por llevarlo al idioma común. “Cuando alguien empieza a recuperar su control, a organizar sus pensamientos y a tratarlo con algo más de normalidad dentro del dolor podemos hablar de que se cierra esta primera fase“, admite. 

Más en el medio-largo plazo de su especialidad, su colega añade los elementos clave para identificar que alguien ha cerrado el ciclo de asistencia psicológica. “Que los pensamientos intrusivos se reduzcan y pasen de ser diarios a semanales, que la intensidad de esos pensamientos se reduzca y si antes no te dejaban dormir ahora sólo te asalten de forma leve“.

Habla tambien de “factores psicofísicos”, como la normalización del sueño, del nerviosismo o la superación de un miedo a algo tan básico a priori como alejarte de tu casa. También incluye los hábitos de comportamiento, como que la persona “intente retomar sus relaciones sociales o sus proyectos de vida”.

Protegiendo al que protege: los “autocuidados”

Superada la emergencia, la constante revisión de los protocolos obligó a poner el foco en algo fundamental. Cuidar al que cuida y evitar que psicólogos y otros trabajadores —que en paralelo también eran víctimas de la riada— se hundieran. Siempre bajo la premisa de que “el cuidado psicologico también es parte del protocolo del interviniente”.

Lo explica De Mingo. La especialista de emergencias apunta que ellos mismos son conscientes de que “el autocuidado y la revisión emocional” son claves, ante unos escenarios como los vividos a raíz de la DANA que “pueden dejar huella en el interviniente”. De hecho, no le cuesta admitir que “en nuestro trabajo hay que tirar de responsabilidad y si ves que la situación te desborda debes avisar y apartarte, hay otros compañeros”.

“Tenemos sesiones de trabajo con técnicas, pero también otro trabajo en paralelo, fuera de la consulta, hablando entre colegas y descargando con tu propia red de apoyo familiar”, prosigue. Entre las técnicas más recurrentes, Lorena se detiene en dos. El defusing, “un trabajo inmediato y breve para desactivar esas emociones tras la intervención” y el debriefing, “algo más estructurada y en tiempos posteriores”.

Almenar incide en el algo más conocido síndrome de burnout. “Desde el Colegio hemos ofrecido apoyo a los profesionales, pero más allá de eso conviene valorar cómo está cada uno de nosotros, sopesar si hay indicios de ese burnout y vigilar esas mismas variables que hablábamos antes, su sueño, su descanso, pautar el hacer deporte como algo esencial…”.

Ese apoyo profesional que comenta abre un nuevo capítulo; acaba de empezar un proyecto basado en ‘cuidar al que cuida’ de forma sectorial. “Sí, ya estamos con un programa de sesiones colectivas con los propios psicólogos y otros trabajadores sociales, porque esa atención a tiempo completo que dispensaron tantos profesionales ha desestructurado equipos y las propias vidas de esos trabajadores y hay que ayudarles”.

source

Esta nota fue proporcionada por una fuente externa a La Campesina. Debido a que no fue escrita por nuestros empleados ni nuestros afiliados, no garantizamos su veracidad ni exactitud. Recomendamos que cada persona realize su propia investigación para verificar el contenido de esta nota.

Written by: Huffington Post

Rate it

Post comments (0)

Leave a reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *