Dos hinchas se lanzaron de la tribuna al vacío para escapar del ataque. Otro acabó desvanecido por el golpe de un palo en la cabeza. Varios trataban de huir, desnudos y ensangrentados, mientras suplicaban clemencia a los agresores.
Barrabravas de Independiente de Argentina atacaron con palos y armas blancas a la hinchada visitante de la Universidad de Chile el miércoles durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana, en un nuevo episodio de violencia que salpica al futbol sudamericano.
Como saldo, hubo más de 100 detenidos y una veintena de heridos, entre ellos uno en estado grave, según informaron las autoridades.
El partido fue “cancelado” y ahora la Conmebol definirá en los escritorios y no en el campo de juego cómo sigue la serie. El conjunto chileno se imponía por un marcador global de 2-1.
Frente a la barbaridad de las imágenes, las más altas autoridades de ambos países y hasta el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, repudiaron los sucesos.
“Nada justifica un linchamiento. Nada”, expresó el presidente de Chile, Gabriel Boric, en la red social X.
Infantino, por su parte, condenó “enérgicamente la impactante violencia” y reclamó “sanciones ejemplificadoras”.
“La Confederación se encuentra recopilando datos y procesando información, los cuales están siendo remitidos a la Unidad Disciplinaria para la aplicación de las sanciones correspondientes”, dijo Conmebol en un comunicado difundido ayer.
Según la policía argentina, todo se inició cuando simpatizantes de la U de Chile rompieron butacas y los baños del estadio y arrojaron elementos contundentes hacia la parte inferior, donde se hallaba la parcialidad local. Los hechos dejaron más de 100 detenidos, de los cuales, el gobierno chileno confirmó que 25 de ellos ya están en libertad.
Conmebol informó cuándo definirá el futuro de la serie, pero adelantó que “actuará con la mayor firmeza” y dejó entrever que la mayor responsabilidad recae sobre el equipo local.
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