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“Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos en la oscuridad”. Esa era la inscripción que J.R.R. Tolkien escogió para el Anillo Único, protagonista del mundo de El Señor de los Anillos y El Hobbit. Lo que el escritor británico no podía pensar es que casi 90 años después, habría otro tipo de anillos que, salvando las distancias con el objeto ficticio, serían igual de protagonistas en la sociedad.
En el año 2015 salió a la venta el primer anillo inteligente de una de las compañías pioneras en el sector, la finlandesa Oura. Desde entonces, su fama ha ido en aumento y muchos son los rostros conocidos que aparecen en actos público con uno de estos dispositivos en el dedo. Desde el príncipe Harry, hasta el emérito Juan Carlos I.

Juan Carlos I, en Sanxenxo, con un ‘Oura ring’ en su mano izquierda.Europa Press via Getty Images
Oura vende su último dispositivo, el Oura Ring 4 desde los 399 euros. Está fabricado íntegramente en titanio, tiene un diseño liso y su batería puede durar una semana. Pero lo más importante son los medidores que lleva incorporados. Cuenta con un sistema por suscripción, de 69,99 euros anuales, con el que se puede comprobar al momento la salud cardíaca, la actividad, el estrés, el sueño, el descanso o la salud metabólica. Algo muy similar a lo que se puede conseguir con un smartwatch de generaciones recientes.
Pero el interés de la sociedad por un producto que había quedado en un segundo o tercer plano de los planes de los wereables, dispositivos para monitorizar nuestro estado de salud, ha hecho que las grandes tecnológicas se hayan puesto manos a la obra y estén incluyendo cada vez más sus primeros anillos inteligentes.
Samsung dio el paso en 2024. Lanzó en septiembre el Samsung Galaxy Ring, por un precio de 449 euros. Un wearable que tiene un peso de 2,3 a 3,0 gramos, según la talla. Y, pese a ser ‘nuevos’ en el sector, no tiene nada que envidiar de sus competidores. Además de una batería de una semana, han sabido aprovechar el impulso de la inteligencia artificial de la compañía, Galaxy AI, para contar con un potente algoritmo que potencia el análisis del sueño, ayudando a comprender mejor los patrones de sueño.
Pero pese a las dudas que le puede surgir a más de uno sobre la utilidad de este gadget, hay otras compañías que ya están analizando las opciones de lanzar un dispositivo similar. Es el caso de Apple y el posible lanzamiento del Apple Ring. La tecnológica californiana ha tenido varias patentes, entre los años 2015 y 2023, proyectando en la última de ellas un anillo inteligente que se podía usar con NFC y que encajaría a la perfección con algunas de las funciones de las Vision Pro.
El analista Mark Gurman explicaba hace una semanas en Bloomberg que la compañía que lidera Tim Cook “debería considerar seriamente desarrollar un anillo inteligente para impulsar sus wearables de seguimiento de actividad física y ampliar su mercado”. Considera que entrar en una nueva categoría del sector le serviría para marcar “una diferencia aún mayor“.
No es la única compañía que puede estar barajando opciones dentro del mundo de los smart rings. Según informaron hace unos meses desde Xiaomi Time, la compañía china también había registrado una nueva patente con un ajuste autoelástico, personalizado para un rendimiento óptimo e ideal para monitorear datos relativos a la salud.
Es cierto que este tipo de estudios, análisis y pruebas no garantizan que las grandes compañías vayan a lanzarse a la aventura con este tipo de wereables. La entrada de Samsung en este sector ejerce algo de presión sobre sus rivales y el temor a quedarse fuera de juego es lógico en este tipo de lanzamientos.
Paula Lamo Anuarbe, profesora del Máster en Internet de las Cosas de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), defiende que los anillos inteligentes “no son una moda” y destaca que ya llevan “más de un año en las listas de productos recomendados como regalos originales”.
“La democratización de su uso no ha hecho más que empezar y se prevé un futuro muy prometedor. El motivo principal es que los anillos inteligentes son dispositivos que permiten integrar sensores biométricos en un formato que maximiza el contacto con la piel sin comprometer la ergonomía. Algunos modelos ya incluyen sensores PPG (fotopletismográficos), sensores de temperatura de alta precisión y acelerómetros en tres ejes en poco más de 2 gramos de peso”, señala.
Permiten integrar sensores biométricos en un formato que maximiza el contacto con la piel sin comprometer la ergonomía
Paula Lamo Anuarbe, profesora del Máster en Internet de las Cosas de la UNIR
La experta destaca que estos avances permiten registrar “variables como la frecuencia cardiaca, la saturación de oxígeno en sangre, la temperatura periférica o la calidad del sueño con gran exactitud, una latencia casi nula y un consumo energético muy bajo”. “Estos dispositivos no son una moda. Son el resultado lógico de la convergencia entre los últimos avances en sensorización, la eficiencia energética y la usabilidad para dar nuevas herramientas a los usuarios”, justifica.
Hay quien puede preguntarse si merece la pena cambiar una pulsera de actividad o smartwatch por un anillo inteligente, Paula Lamo considera que los ring watchs “tienen mejor relación señal/ruido en la captación de datos fisiológicos”. “Las medidas que toman los smartwatches dependen de las variaciones posturales o de una presión que muchas veces es inestable en la piel. Los anillos inteligentes se colocan en un dedo (habitualmente en el índice o anular) que es un entorno más controlado para mediciones continuas y precisas”, razona.
Otra de las variables es la de la batería. La profesora del Máster en Internet de las Cosas de la UNIR destaca que algunos modelos nuevos, como el Oura Ring o el Ultrahuman Ring, “ofrecen 5-7 días de autonomía”. “Esto ya los hace plenamente funcionales para reemplazar a las pulseras en algunos escenarios, como análisis longitudinal del sueño, del estrés o de entrenamientos”, apunta.
Paula Lamo cree que el interés de las grandes tecnológicas por sacar adelante un wereable así es consecuencia del “grado de madurez tecnológica del producto”. “Hay filtraciones de Apple que evidencian que están explorando funciones más allá del tracking de actividad. Se ha hablado de interfaces hápticas, sensores ópticos modulares, integración con HealthKit y autenticación biométrica. Funciones que van más allá del ‘interés de la gente’. Parece una evolución de la tecnología hacia nuevas capas de interacción sin depender de interfaces visuales ni comandos explícitos”, detalla.
“Es posible que la entrada de Apple, cuando se confirme, llegará con una propuesta que parece que va a estar centrada en la integración de datos en su ecosistema de salud, privacidad diferencial en la transmisión de datos y posiblemente nuevos usos en entornos clínicos certificados”, asegura.
La experta cree que se ha tardado tanto por “limitaciones técnicas”, pero justifica que “ya no hay excusas para lanzar un producto que sea competitivo, con sensores de alta calidad y sin sacrificar el diseño, que es una de las señas de identidad de estas empresas tecnológicas“.
Written by: Huffington Post
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