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Apenas unos minutos después de que se conociera que el activista de la ultraderecha trumpista Charlie Kirk no había sobrevivido al atentado sufrido en una universidad de Utah, el influencer y líder de la manosfera Andrew Tate, a quien se investiga por trata de personas entre otras cosas, escribió en la red social X apenas dos palabras: “Civil war”. Una hora después, añadió: “It’s the Turning Point, USA”, una sentencia que jugaba con el nombre de la famosa organización de Kirk. Mientras muchos de los activistas cercanos a la ideología ultra de Kirk, como el propio Tate, hacían llamadas a la revuelta, en el lado opuesto había también quien celebraba el asesinato del joven de 31 años. Las diferentes reacciones al ataque no hicieron más que profundizar en una creciente e insoportable polarización política cada vez más violenta en Estados Unidos.
En The New York Times, el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago Robert Pape, advirtió esta semana de que Estados Unidos es “básicamente un polvorín”. Pope ha realizado encuestas para medir la aceptación de la violencia desde el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, y los resultados más recientes pintan un panorama bastante feo. “Estamos viendo una política más radicalizada y más apoyo a la violencia que en cualquier otro momento desde que hemos estado haciendo estos estudios”, afirmó el profesor al periódico. Lo peor es que en junio de este año, Pape ya alertó de este peligro en un artículo de opinión en el mismo medio. “Podríamos estar al borde de una era extremadamente violenta en la política estadounidense”, escribió.
En su artículo, Pape hizo un repaso de algunos de los actos de violencia política que han sacudido Estados Unidos en los últimos tiempos. Ese mismo mes, junio de 2025, y en un solo día, una miembro de la Cámara de Representantes de Minnesota fue asesinada junto a su marido; y un senador estatal y su mujer, heridos de gravedad. Ambos representantes eran miembros del Partido Demócrata. En abril de 2025, un hombre incendió la casa del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, también demócrata, que dormía en el interior con su familia. A la demócrata Nancy Pelosi intentaron secuestrarla cuando era presidenta de la Cámara de Representantes. Por no hablar, claro, de los dos intentos de asesinato contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en apenas unos meses. Tanto víctimas como victimarios fueron y son de ambos lados del tablero político.
En mayo, el profesor Pape y su equipo realizaron “la encuesta más preocupante hasta la fecha”. Según dicho estudio, “alrededor del 40% de los demócratas apoyó el uso de la fuerza para destituir a Trump de la Presidencia, y alrededor del 25% de los republicanos apoyó el uso de las Fuerzas Armadas para frenar las protestas contra su agenda” política. “Estas cifras – alertó Pape – se duplicaron con creces desde el otoño pasado [de 2024], cuando hicimos preguntas similares”.
En opinión de Pape, solo hay una forma de enfriar el ambiente, que los políticos que no abogan por la violencia, o al menos cuyos discursos son condenatorios de cualquier tipo de acción violenta, no se pronuncien por separado, sino unidos. “Mi investigación sugiere que, para reducir la tensión política y el riesgo de violencia, los líderes políticos estadounidenses deben superar sus diferencias políticas y emitir declaraciones conjuntas (e idealmente, comparecencias conjuntas) que denuncien toda violencia política, acojan con beneplácito todas las protestas pacíficas y exijan el respeto a las normas, el proceso y los resultados de unas elecciones libres y justas en el país”, dice.
La retórica, el discurso, aunque causa, también puede convertirse en solución. Si los discursos políticos que confrontan de manera agresiva generan violencia, los alegatos pacíficos pueden lograr lo contrario. Es lo que hizo, por ejemplo, el senador Robert Kennedy cuando anunció el asesinato de Martin Luther King. “Para aquellos de ustedes que son de raza negra, el estudio de las pruebas hace evidente que personas blancas fueron las responsables. Puede que esto les llene de amargura, odio y de un deseo de venganza. Podríamos movernos en esa dirección como nación, hacia una polarización mayor; o podríamos hacer un esfuerzo, como hizo Martin Luther King, para entender y para comprender, y sustituir esa violencia, esa mancha de sangre que se ha extendido a lo largo de nuestra tierra, haciendo un esfuerzo para entender, para compadecer, para amar. […] Lo que necesitamos en Estados Unidos no es violencia o anarquía, sino el amor, la sabiduría, y la compasión unos con otros, y un sentimiento de justicia hacia aquellos que aun sufren dentro de nuestra nación, ya sean blancos o negros. […] Dediquémonos a lo que los griegos escribieron hace tantos años. A dominar el salvajismo del hombre y hacer apacible la vida de este mundo”, manifestó Kennedy. Él mismo, por desgracia, al igual que Luther King y su hermano, fue asesinado.
Esta elección discursiva de Kennedy choca de manera frontal con la que escogió el presidente estadounidense tras el asesinato de Kirk. En lugar de calmar los ánimos, Trump hizo lo que mejor se le da, echar más leña al fuego. “Estoy lleno de dolor e ira por el atroz asesinato de Charlie Kirk. […] Este tipo de retórica, la violencia política de la izquierda radical, es directamente responsable del terrorismo que presenciamos hoy en nuestro país, y debe cesar de inmediato. Mi administración encontrará a todos y cada uno de los que contribuyeron a esta atrocidad”, dijo. Otro republicano, un nada sospechoso de ser cercano a los demócratas como George W. Bush, manifestó algo diferente. “Hoy, un joven fue asesinado a sangre fría mientras expresaba sus opiniones políticas. Ocurrió en un campus universitario, donde el intercambio abierto de ideas opuestas debería ser sagrado. La violencia y la hostilidad deben ser erradicadas de la esfera pública. Los miembros de otros partidos políticos no son nuestros enemigos; son nuestros conciudadanos”, declaró Bush a la BBC.
Si bien es cierto que la violencia política no es nueva en un país en el que hasta cuatro presidentes fueron asesinados, los actos de este tipo se han disparado en los últimos años y sería erróneo pensar que solo tiene que ver con la facilidad para acceder a armas y no con lo que se predica desde la política. El problema, por ejemplo, no es solo que se asaltara el Capitolio, sino que Trump indultara a todas las personas condenadas por ello, lo que lanza un mensaje de aceptación de la violencia cuando se dirige hacia el adversario. La escalada no se frenará si los políticos no se atreven a denunciar la agresividad de los suyos. Y agresividad son también los discursos que ofrecía el propio Charlie Kick, sin que ello justifique en absoluto responder a las palabras con violencia. Como explican en Journal of Democracy, “cuando los líderes políticos denuncian la violencia de su propio bando, sus partidarios escuchan. Experimentos con citas de Biden y Trump demuestran que la retórica de los líderes tiene el poder de desescalar y disuadir la violencia, si están dispuestos a hablar en contra de su propio bando”.
Written by: Huffington Post
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