General

'The Opera Locos' y 'We love disco', ¡qué nos quiten lo cantado! ¡Y lo bailado!

todayAugust 24, 2025 7

Background
share close

Si Madrid es la ciudad que siempre está de fiesta, este agosto Yllana ha puesto su granito de arena para mantener el tópico festivo. Porque fiestas son los dos espectáculos que tiene ahora mismo en la capital: The Opera Locos en el Teatro de la Estación Caixabank Príncipe Pío y We love disco en el Teatro Gran Vía.

El primero es una fiesta de la ópera popular. En la que buenos cantantes líricos españoles repasan los highlights de la ópera, es decir las arias o coros, más famosos. Coros como el Va pensiero de Nabucco o los de Toreador de Carmen. Como el aria de Papageno de la Flauta Mágica de Mozart o la triste aria de I Pagliacci en la que se canta eso de […] ridi, Pagliaccio, […].

Hasta el O sole mio, una canción napolitana que le gusta mucho cantar a los divos en sus recitales de ópera enfervoreciendo a las masas que creen que pertenece a una ópera. Y que Elvis Presley convirtió en It’s Now or Never.

Y es que en este elenco hay un cantante que juega el rol de díscolo, abierto de mente y más joven que el resto, que en cuanto se queda solo se lanza a lo que le es propio de su época tanto en lo musical como en lo amatorio. Y cuyo histrionismo en esta transformación musical primero sorprende, al ver la relación con esa y otras canciones más conocidas del pop, y luego hace mucha gracia al espectador.

Una música que ellos ponen en escena con los egos de los divos y las divas de la ópera, líos de faldas y pantalones en sus múltiples combinaciones, y jugando con las notas musicales, como puede hacer alguien que las cante en la ducha o paseando por el campo y cree que nadie le escucha. Con lo que consiguen que el personal unas veces sonría y otra ría a mandíbula batiente.

 

Lighuen De Santos

Alegrías que se intensifican cuando los espectadores son involucrados en esos juegos vocales. Por ejemplo, buscando un nuevo componente del elenco para que acompañe a la contralto que se queda desparejada, y, mira tú que sorpresa que hay un posible tenor entre el público que la acompaña.

Todo un juego que se puede hacer, porque, aunque los cantantes están microfonados, cantan en directo y, en los momentos necesarios, pueden adecuar el canto a la música y a las reacciones del público. Sobre todo, cuando la participación del respetable es clave para que el número o la escena funcionen. Por cierto, que no solo cantan bien, sino que actúan bien, dominan el humor gestual marca Yllana, lo que no es nada habitual en el mundo de la ópera. Y así consiguen que se disfrute más del espectáculo.

Las voces en directo compensan el que la música esté enlatada, algo necesario para no encarecer las entradas. Sin embargo, como es un espectáculo pragmático, pensado en objetivos concretos de lo que se quiere conseguir, hay momentos en la que también se tocan instrumentos en directo incluso se oye a un maestro repetidor tocando un piano.

¿Es lo mismo We love disco? En espíritu y en formato, sí. Ya que también es un espectáculo basado en música, la de discoteca, pero se apoyan más en la historia. Trufando el show de información. Como que procede de la que cantaban y bailaban minorías raciales y sexuales de los Estados Unidos. Que comenzó a salir de esos guetos a finales de los sesenta y setenta. Y que se popularizó de tal manera que hasta Europa dio grandes temazos y grandes grupos que todavía se recuerdan.

 

Escena de ‘We love music’

Esta vez las canciones se asocian a nombres como Bee Gees, Earth Wind and Fire, Donna Summer, Abba, Tom Jones, Madonna, Boney M, Rick Ashley, Ricchi é Poveri y así hasta cantar cien canciones, entre las que se encuentra Ring my bell de Anita Ward. Todas cantadas en directo, con el riesgo que eso conlleva en el Teatro Gran Vía, ya que el sonido no es lo mejor que tiene este teatro. Algo que salvan en gran medida, y que se nota más cuando alguno se empeña en acercarse el micro y darlo todo.

Y entre canción y canción se recuerda la cultura de la disco. Cosas como que las mujeres no pagaban para entrar y los hombres sí. O que ellos las miraban bailar desde la barra cubata en mano, como tigres buscando su pantera que antes no había apps de citas.

También que no entraba cualquiera, ni aunque pudiera pagar. Un portero controlaba quien sí y quien no, en función del estilo y, desde luego, no entraba nadie que fuera con calcetines blancos. Entonces, los que molaban eran la leche y la caña. Y que, si te gustaba el disco y la disco, odiabas la pachanga de la Bomba de King África o el Aserejé de Las Ketchup y el ¡Ay, Macarena! de Los del Río.

Un espectáculo que al haber sido creado más recientemente que The Opera Locos es fiel a su tiempo. Por eso incluye una IA, llamada GlorIA en honor a Gloria Gaynor y su I will survive y a la canción Gloria de Umberto Tozzi. IA programada por el dj Gurú para mantener la calidad de la música que se pincha.

Y por supuesto hay una love cam mientras se baila Love is in the air, en la que un cámara steadycam en mano con uno de los cantantes buscan parejas y se las pide, primero que se presenten, y luego que se besen. Hay quien se niega, aunque no sea un CEO de una gran empresa. Y hay quien se lanza. Desde la pareja que tiene sus años y que vivió aquella época a una pareja gay que hay en la sala, cada una con su grado de calor e intención.

 

Escena de ‘We love music’

Y, como en aquella época, también hay un concurso de baile. En el que el elenco al completo, sacan a los espectadores a bailar. Uno de los momentazos de la noche. En los que salen espectadores de todas las edades y todo tipo de cualidades a la hora de bailar. Momento que los acompañantes que se quedaron en las butacas sacan sus móviles y ¡a grabar!

Porque fieles al free-style de la disco, es decir baila como quieras, el objetivo de este espectáculo es que el público se desmelene y baile. Ya sea solo o con la pareja que haya ido. Ya sea suelto o agarrao, que eso de bailar canciones lentas viene de aquella época.

Para ello no solo está la apabullante selección musical. Sino un puñado de buenos cantantes acompañados por un cuerpo de baile. Todos entregados para que la fiesta no pare. Y que los que (se) conocieron (en) aquella época, salgan con la sensación de haber estado en la mejor discoteca posible. Aunque los que no la conocieron, salen con la impresión de haber estado en un concierto, por eso del sonido del local, pues hay proyecciones, coreografías energéticas como en los momentos Madonna, Beyoncé o Jennifer López.

¿Y el público? El público en ambos casos es de verano, con bermudas, camisetas, minifaldas y pantalones amplios, y abanicos. Estilismos con los que no los que antes no les hubieran dejado entrar ni en un teatro de ópera ni en una disco.

Un público popularmente diverso en todos los sentidos y que no se sabe de dónde ha salido pues antes de entrar Madrid parecía vacío. Pero claro, se trata de espectáculos blancos, de los que reman a favor de todos ellos.

Un público que en ambos casos canta o tararea las canciones que se van sucediendo en formato de medley o playlist, que la mayoría de las veces no suenan al completo. Dejando los descansos suficientes para que recuperen el oído y el aliento. En The Opera Locos lo cantan por lo bajinis hasta que los propios cantantes les animan a lanzarse con un sonoro la-la-láaa. En We love disco por todo lo alto desde un principio porque seguramente ya lo han hecho otras veces, bailando en una disco o en un concierto diciendo guay-am-si-ei y haciendo con las manos la Y, la M, la C y la A de la popular canción de Village People.

source

Esta nota fue proporcionada por una fuente externa a La Campesina. Debido a que no fue escrita por nuestros empleados ni nuestros afiliados, no garantizamos su veracidad ni exactitud. Recomendamos que cada persona realize su propia investigación para verificar el contenido de esta nota.

Written by: Huffington Post

Rate it

Post comments (0)

Leave a reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *